martes, 12 de abril de 2016

ADAPTACIÓN "EL HOMBRE DE LA PIEL DE OSO"

ADAPTACIÓN  "EL HOMBRE DE LA PIEL DE OSO"


Antes de comenzar con mi adaptación, me gustaría realizar una breve introducción.

"El hombre con la piel de oso" es un texto folclórico, que los Hermanos Grimm se encargaron de recopilar por escrito, para evitar que se perdiera debido a la tradición únicamente oral.

La adaptación del cuento de los Hermanos Grimm que he realizado está enfocada a niños con edades comprendidas entre los 5 y los 6 años y que os dejo a continuación.

Había una vez, hace ya mucho tiempo, una familia muy pobre que vivía en una casa muy humilde y que tenían tres hijos. Los dos hijos mayores siempre habían ayudado a su padre a trabajar la tierra, y de esta forma malvivían con el negocio de la familia, mientras que el hijo pequeño, llamado Rodrigo, como no había trabajo para él, se fue a la milicia, se hizo soldado y se fue a luchar a Flandes.

En Flandes estuvo luchando heroicamente durante mucho tiempo, vio morir a muchos compañeros, sufrió alunas heridas graves, pero por fin terminaron las guerras y volvió a España.

Al volver a España fue a casa de sus padres, esperando poder ayudar a su familia, pensando que podría trabajar con ellos por fin, pero al llegar su sorpresa fue que sus padres y sus hermanos habían perdido la humilde casa que tenían, y las pocas tierras que cultivaban y se habían tenido que ir a trabajar en el castillo del rey Alfonso, en el reino vecino.

 Las personas que ahora ocupaban la casa en la que él había crecido, le dejaron pasar la noche en el establo y al día siguiente seguir su viaje en busca de trabajo, por lo que el joven paso la noche ahí y se marchó al día siguiente.

Como había luchado siempre con mucha valentía pensó que esto no sería un camino fácil, pero que nada se iba a interponer en su búsqueda de trabajo, que así podría recuperar su casa y su familia podría dejar de trabajar para el rey Alfonso.

Se puso a buscar trabajo, pero en su ciudad no lo encontró. Se dio cuenta de que estaban siendo tiempos difíciles para todo el mundo y que la situación había cambiado mucho desde que él se fue a luchar a Flandes, por lo que decidió cruzar la frontera que le separaba del reino vecino y atravesar la meseta que separaba un reino de otro.

Durante su viaje al reino vecino, en algunos sitios al decir que era soldado y que había luchado en Flandes, algunos le daban algo, pero según iba pasando el tiempo la gente era menos generosa, y ya el que le había dado una vez no le daba de nuevo. Estaba ya desesperado, porque ya no tenía nada y porque a él eso de mendigar no le gustaba ya que había sido soldado y había luchado muy valientemente.

Encontró en su camino una zona llena de césped verde, con árboles rodeándolo que daban muy buena sombra, y decidió sentarse a descansar y a reponer fuerzas ahí, porque ya estaba desesperado por no encontrar trabajo, por no tener dinero, ni un lugar donde vivir. 

De repente comenzó a escuchar el ruido del cabalgar de los caballos y las voces de unos hombres que gritaban y que se acercaban a él.

 Descubrió que eran unos caballeros con unas brillantes armaduras, y el que cabalgaba delante de todos ellos era el más fuerte de todos, con una armadura de oro, con un caballo precioso, y con un abrigo que estaba hecho con la piel de un oso, que le daba un aspecto realmente poderoso. Supo en seguida ante quién se encontraba, por las descripciones que Rodrigo había escuchado acerca del poderoso rey Alfonso, que reinaba en el reino vecino. 

El rey Alfonso se paró ante el joven Rodrigo, y al ver que, a pesar de las ropas y el aspecto descuidado del joven, tenía un cuerpo fuerte propio de un caballero se dirigió a él:

-Joven, ¿Cuál es la causa de vuestro aspecto?

El joven se apresuró a acercarse al rey Alfonso y a contestarle:

-Luché en Flandes,  Majestad, y al volver de la guerra mis padres habían perdido su casa, y mis hermanos y ellos fueron a trabajar a su palacio, por lo que me dirigía ahí para ofrecerle mis servicios en lo que pudiera usted necesitar.

El rey Alfonso, que esa mañana había salido en búsqueda de alguien que pudiera desempeñar el trato con el que se quería entretener, en seguida se interesó por el joven Rodrigo.

-Joven, por lo que me contáis debéis ser un caballero muy valiente, pero me gustaría comprobar por mí mismo si tu valentía y tu capacidad de sacrificio son ciertas. Si logras demostrarme que son ciertas con el pacto que te voy a proponer quedarás libre y serás rico para siempre, yo mismo me encargaré de que no te falte nada y tu familia podrá ser libre y recuperar su casa y sus tierras. Mientras que, si no eres capaz de superarlo, tanto tú como tu familia tendréis que trabajar para mí, y vuestras vidas me pertenecerán.

El joven un poco asustado por el pacto que le ofrecía el rey Alfonso, pero decidido a superarlo, le contestó:

-Majestad, estoy muy agradecido por su pacto, me gustaría mucho saber en qué consiste.

El rey Alfonso en seguida se ofreció a contarle en qué consistía.

-Es un pacto muy sencillo para un joven tan valiente y sacrificado como tú, pero hoy me siento generoso. El pacto consiste, en llevar durante siete años la piel de oso que llevo yo ahora mismo.

-¿Solo eso majestad? Será un honor para mí- contesto el joven Rodrigo.  

-No solo consiste en eso el pacto- Le explicó el rey Alfonso- llevaréis además estos dos sacos de oro, que contienen oro suficiente para que podáis hacer lo que queráis durante estos siete años. Además, si se te acaba, podréis volver a por más.   

- ¡Acepto, Majestad, acepto! - se apresuró a decir el joven Rodrigo.

-Pero no todo es fácil en este trato, algo debéis darme a cambio… Deberéis no lavaros durante siete años, no cortaros el pelo de ninguna parte del cuerpo, no asearos, no cortaros las uñas, y por último no dormir más de una noche en el mismo lugar. Si lo logras, ya sabes cual es la recompensa, si no lo logras ya sabes cuál es el castigo, y si mueres, tu familia también me pertenecerá a mí, para siempre. Si lo consigues quedamos en este mismo sitio pasados los siete años.

-Está bien-contestó el joven Rodrigo.

Le parecía muy duro, un gran reto, pero sin duda la recompensa merecía la pena y él era un joven muy valiente.

Y dicho esto el Rey Alfonso le entregó su piel de oso, sus dos sacos llenos de monedas de oro y siguió su camino.
  
Lo primero que hizo el joven Rodrigo, fue ir a la primera ciudad que encontró y compró una casa, un carruaje y el servicio, y lo dejo pagado por diez años. 

Dejó un montón de dinero para pagar a la gente que iba a cuidar sus posesiones por diez años, y de esta forma cuando su familia y él quedaran libres podrían volver y vivir en esa gran casa en la que no les faltaría de nada.  

Luego fue al banco y dejo un montón de monedas de oro en un cofre a su nombre por lo que pudiera pasar en el futuro.

Y ya paso la tarde tranquilamente y empezó a caminar, ya que no podía pasar la noche en el mismo sitio.

Como cada noche tenía que dormir en un sitio diferente se compró un caballo y de esta forma iba de un sitio a otro, y empezó así a pasar el tiempo.

Los primeros días como él llegaba y tenía mucho dinero la gente acudía a recibirle a la entrada de las ciudades, hasta le ofrecían alojamiento y el a toda la gente pobre que veía, que necesitaba dinero, siempre se lo daba y procuraba ayudar a todos los que podía.

La gente le daba las gracias, aceptaba el dinero y todo el mundo era muy feliz a su alrededor.

Pero claro, fue pasando el tiempo, los primeros meses olía mal, pero como todo el mundo que iba a caballo en aquella época.

 Al pasar un año ya tenía un aspecto horrible, sin afeitarse la barba, el pelo largo, la piel de oso encima haciéndole sudar, la ropa sin lavar, las uñas sin cortar, la suciedad que se iba acumulando y ya la gente se iba apartando de él, pero al sacar el dinero volvían a acercarse a él y a ver si podía sacar algunas monedas.  

Eso paso durante los dos primeros años.

 El tercer año su aspecto era como el de un monstruo. La ropa y la piel de oso estaban sucias y desgastadas, tenía suciedad en la piel, olía fatal, la gente se alejaba de él, los niños le tiraban piedras y el aun así seguía dando dinero y seguía ayudando al que se dejaba ayudar, porque sabía lo difícil que era no tener nada y necesitar la ayuda de los demás.

A los cinco años ya no le dejaban entrar en las ciudades, ni acercarse a ellas, por el horrible aspecto que tenía, porque le veían como un monstruo.

Encontró una casa alejada de la ciudad y decidió pasar la noche ahí, porque tenía frío, ya que no podía acercarse a los sitios a comprar mantas. A veces conseguía que algún niño que necesitaba dinero, a cambio de monedas, le comprara cosas, ya que él no podía acercarse a las tiendas, porque o las cerraban o le tiraban piedras.

Decidió pasar la noche en aquel granero, que estaba todo a oscuras, y cuando estaba intentando dormir escucho un llanto de un hombre mayor. Se acercó y vio a un hombre llorando.

 El hombre mayor le dijo que iba a perder su casa y la de sus hijas, porque no tenía dinero para pagarla. Entonces Rodrigo le dijo que, si el único problema era el dinero que no se preocupara, que él le podía ayudar. Sacó un puñado de monedas de oro y le dijo que regresara mañana a su casa y la dejara pagada por siete años más.

El hombre le dio las gracias y se quedó dormido. 

A la mañana siguiente cuando el hombre se despierta y ve quien le ha dado el dinero, se asusta un poco, pero como había sido tan generoso con él y con sus hijas,  le invita a dormir a su casa.

-Muchas gracias, pero con el aspecto que tengo me da vergüenza presentarme en su casa- dice el joven Rodrigo.

-¡Bobadas! No solo te quedarás a dormir en nuestra casa, sino que disfrutarás de una gran cena, y podrás elegir con cual de mis tres hijas querrás casarte- insistió el hombre mayor. 

Cogen unos caballos y se dirigen hacia la casa del señor, que estaba a solo unos minutos. 

El hombre le presenta al llegar a la casa, a sus tres hijas. Las dos mayores eran muy guapas pero la pequeña era preciosa.

La hija pequeña, llamada Elena, al ver regresar a su padre le da un abrazo y les invita a los dos a pasar a la casa para sentarse a la mesa, en la que ya estaba preparada la cena. Ella e sienta al lado de Rodrigo y habla muy amablemente con él.

Las dos mayores, que se sientan al otro lado de la mesa, comen haciendo gestos de asco todo el rato, y diciéndole a su padre que podría haber duchado a su invitado antes de sentarlo a cenar en la mesa.

El padre les explica que Rodrigo está cumpliendo un pacto que ha hecho con un rey de un reino lejano y que la tiene que cumplir.

A la mañana siguiente, antes de que Rodrigo se marchara, el hombre le pregunta que a cuál de sus hijas ha elegido.

-Muchas gracias por haberme dado de cenar y por haberme dejado dormir en vuestra casa, pero con el aspecto que tengo, no creo que ninguna de tus hijas quiera casarse conmigo- explicó el joven Rodrigo.

Las dos hermanas mayores sonríen al saber que no se van a tener que casar con ese monstruo que su padre ha traído a casa, pero Elena, la hija pequeña, dice con voz amable: 

-Yo estaría encantada de casarme contigo. Has demostrado tener un corazón muy grande ayudándonos a mi padre y a nosotras. Cuando termines tu pacto con ese rey, vuelve y te estaré esperando.

El joven Rodrigo, parte un anillo que llevaba puesto y le da la mitad a Elena, explicándole que es en señal de su compromiso, que volverá a por ella, y si cuando vuelve sigue teniendo su anillo se casarán, pero que, si en algún momento quiere tirar el anillo, él lo comprenderá. 

Los años que le quedaban, pensaba en volver con Elena todos los días y en que cada vez estaba más cerca de poder liberar a su familia, por eso ayudaba a la gente que se dejaba ayudar, vivía escondido para que no le tiraran piedras y siempre que podía escondía dinero, para tener una gran vida cuando su pacto terminara.

Cuando se iba acercando el séptimo año consiguió un caballo y volvió al lugar donde se había encontrado con el rey Alfonso. Esperó y esperó ahí sentado y cuando empezaba a pensar que ese rey le había engañado, escuchó el ruido de los caballos y las voces que acompañaban al rey Alfonso. Se paró delante de él y aunque estaba un poco enfadado, porque ahora tendría que cumplir todo lo que le había prometido, vio que el joven Rodrigo había cumplido con su parte del pacto, y le había obedecido.

 Le dio unas ropas nuevas que traía para él, siete sacos llenos de monedas de oro y llamó a los caballeros que le acompañaban para que trajeran a la familia de Rodrigo, cumpliendo así su parte del trato.  

-Muy bien Rodrigo, has cumplido el pacto que teníamos, espero que tu familia y tú viváis siempre felices- y dicho esto, el rey Alfonso desapareció.

Rodrigo esperó a que los caballeros del rey Alfonso trajeran a su familia y por fin pudo abrazarlos y llevarles a la casa que había comprado siete años atrás, para que pudieran descansar.

El joven Rodrigo emprendió su viaje hacia la casa de Elena, con el carruaje que había comprado siete años atrás, y con regalos para ella y su familia.

Al llegar a la puerta de la casa de Elena, salieron las tres hermanas a recibirle. Esta vez las dos mayores fueron las que le invitaron a sentarse a la mesa.

Una vez sentados todos en la mesa, el dejó caer en el vaso de Elena su mitad del anillo, y cuando ella fue a beber, se dio cuenta de que era él. Se levantó de su silla y fue a abrazarle.

-Elena, te ofreciste a casarte conmigo cuando nadie quería ni mirarme. ¿Todavía querrías casarte conmigo? - preguntó Rodrigo

Elena, con lágrimas en los ojos de alegría, le contestó que llevaba esperando ese día desde que él se fue para terminar de cumplir su pacto.

Las dos hermanas se enfadaron mucho al ver la oportunidad que habían perdido, y se fueron a llorar dentro de la casa.

Rodrigo y Elena se abrazaron por fin tras todo ese tiempo de espera y en ese mismo momento emprendieron el viaje de vuelta a la casa que Rodrigo había comprado, junto con el padre de Elena, para celebrar una boda preciosa con cientos de invitados, incluido el rey Alfonso.

   

  ADAPTACIÓN PARA 5 Y 6 AÑOS: 

A pesar de haber respetado el esqueleto y de no haber realizado cambios importantes en el cuento, he realizado pequeñas modificaciones para hacerlo mas adecuado para una edad de 5-6 años, aunque he respetado la psicología del personaje, y conservando las enseñanzas originales, los valores que transmite el cuento y el significado principal.

He elegido esta edad, ya que se trata de un cuento bastante largo y que a niños de menos edad les podría costar seguir, y que además considero que es una edad en la que los valores que transmite el cuento, como son la valentía, la bondad, o la amistad que surge entre Rodrigo y el padre de Elena, son el día a día de los niños de esta edad y porque como cuento folclórico que es, debe despertar en los niños un deseo de ser como los personajes que contiene este cuento. 

En cuanto a los cambios que he realizado, estos han sido los principales al realizar la adaptación: 

. En primer lugar he suprimido todos los aspectos religiosos, ya que no es muy adecuado en los centros escolares y este cambio no afecta al cuento.  

. Le he puesto nombre a los personajes, para que los niños los puedan identificar sin dificultad y para facilitar de esta forma que los niños puedan seguir la historia, y captar de esta forma su atención. 
  
. He cambiado el jugón por unos sacos de monedas, ya que son cosas que mas propiamente podría ofrecer un rey de esa época para superar la prueba, y algo que ellos pueden imaginar fácilmente. 

. He cambiado la recompensa que le ofrece el diablo, por la que podría ofrecer un  rey, como es liberar a su familia y darle riquezas para vivir cómodamente siempre. Me parece que de esta forma se ve de forma mas clara el espíritu de sacrificio del joven, que no lo hace solo por dinero, sino por algo que tiene un valor afectivo importante para él y con lo que los niños se pueden ver reflejados e identificados. 

. He cambiado la parte en la que en el cuento original se habla del fallecimiento de los padres, por la parte en la que han ido a trabajar al castillo del rey Alfonso, para así mas adelante poder introducir eso como parte del trato que realiza con dicho rey. 

. He cambiado la figura del diablo por un rey, ya que me parecía mas adecuado para un niño de esas edades, porque también, como he dicho anteriormente, he querido eliminar cualquier signo de religiosidad,y que además ese cambio de personaje no afecta para nada al significado, ni a la enseñanza o valores que transmite el cuento original.  

. He cambiado el final, ya que el final original lo considero bastante trágico, que no aporta nada a la historia, y que un niño puede entender igual si lo sustituimos por "las hermanas se fueron a llorar" y poruqe buscaba que el cuento terminara bien, para que los niños a los que se les cuente este cuento, sientan el deseo de ser tan valientes y tan sacrificados como Rodrigo, para mas adelante poder disfrutar también de una recompensa como la suya. 

. He añadido la boda para cerrar el viaje iniciático que emprende el joven Rodrigo, y como representación de un nuevo ciclo, con ese nuevo núcleo familiar que forman Rodrigo y Elena. 

. He adaptado el vocabulario y algunas expresiones, que en el cuento original resultarían algo complicadas para los niños de estas edades y que no haría sino entorpecer el ritmo del cuento, al tener que explicar lo que significan esas expresiones que ya no son empleadas en estos tiempos.  





1 comentario:

  1. Está casi perfecto, Ana. Como muchas de tus compañeras no has evidenciado que uno de los rasgos del carácter del héroe es la generosidad y no solo ayuda al padre de Elena sino a todo aquel que se le ponga por delante. En la mentalidad de la gente del pueblo, la valentía es digna de aprecio, pero para poder obtener un premio, además hay que ser bondadoso. Por eso debes incidir en este rasgo.

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