sábado, 23 de abril de 2016

LA HORA DEL CUENTO

Hemos hablado en otras ocasiones sobre la importancia de acercar a los niños a la literatura, y la lectura, aunque no por ello es menos importante el aprender a disfrutar de la escucha de cuentos, sin olvidar que los niños que aún no han aprendido a leer no son los únicos que disfrutan de la escucha de cuentos, sino que es una actividad que todos, incluidos los adultos, disfrutamos. 

Debemos realizar un esfuerzo por encontrar el momento adecuado, esforzarnos por crear el clima que propicie el disfrute de la escucha de cuentos, la extensión de los cuentos que es nuestra tarea seleccionar y adecuar a las edades a las que va dirigido y el entorno que favorezca su atención, ya que sabemos que es un tiempo breve, pero que con los diferentes recursos que tenemos a nuestro alcance podemos prolongar, ya que tenemos el poder de ponerle voz a los cuentos y que estos lleguen a los niños.

Debemos recordar y tener muy presente también que, el momento del cuento, no es un momento para aprender, sino para disfrutar.

Por todo esto, en mi caso, elegí la estrategia del cuentacuentos y el libro elegido fue “De verdad que no podía” de la editorial Kókinos y escrito por Gabriela Keselman.

Sé que los cuentos folclóricos normalmente son los utilizados para esta estrategia, ya que al no disponer de imágenes se cuenta y se capta su atención con gestos y que cuando el libro dispone de imágenes, como en este caso, lo más normal es realizar una narración, y así enseñar las imágenes, pero a mí me llamaba la atención esta estrategia, quería experimentar en primera persona las sensaciones de ser cuentacuentos y me sentía cómoda con este libro, y quería que mis compañeras lo pudieran disfrutar tanto como yo lo hice leyéndolo en su momento.

La edad a la que dirigí mi actividad fue 4-5 años porque considero que es un libro con un relato sencillo, con solo dos personajes, y con una situación y un personaje con el que fácilmente se verán identificados.

Este libro me pareció muy bueno para la narración ya que me llama mucho la atención la relación que se establece entre el narrador y el receptor y el hecho de que puedes estar pendiente de cada expresión, de su cara de interés como de su emoción por saber que será lo siguiente que suceda, y la narración de este libro, sin la ayuda del libro, me permitía todo eso, así como, a su vez, ayudaba al receptor a imaginar sus propias imágenes, a fantasear con lo que sucederá, y a imaginar lo que iba sucediendo.

Una vez elegí la estrategia que quería utilizar para narrar esta historia, y la edad a la que lo iba a dirigir, leí y releí la historia, memoricé el argumento, lo que era el planteamiento, el nudo y el desenlace y elegí el tipo de narrador que quería ser, decidiéndome por el narrador testigo, que me parecía que para este cuento les iba a resultar más divertido a los receptores vivirlo como si estuvieran ellos mismos viviendo ese momento.

La forma en la que decidí introducir esta narración fue realizándoles preguntas acerca de lo que a todos nos pasaba cuando terminaba el día, que realizamos antes de ir a dormir, cuáles son las rutinas que siguen antes de irse a dormir. Una vez que habíamos hablado de lo que hacían antes de dormir y que habíamos llegado al momento de irse a dormir, introduje el cuento con una formula sencilla, para no cortar ese momento de interacción que se había producido. Decidí iniciarlo con un “Pues eso, exactamente, fue lo que le pasó al protagonista de nuestra historia, llamado Marc…” y terminarlo con un sencillo “… y colorín, colorado, este cuento se ha acabado”.

Decidí no preparar lo que iba a suceder durante la narración y así poder improvisar, por lo que me limité a practicar tres veces delante del espejo, los gestos que iba a hacer, las pausas que iba a realizar, la entonación y para poder pronunciar con claridad todas las palabras.

Una vez que llegó el momento de narrarlo, he de decir que en las tres oportunidades que tuve de ser cuentacuentos, ninguna fue igual a la anterior, ya que no había un receptor igual al anterior.

Disfruté mucho viendo sus expresiones en cada momento, vi en sus caras las ganas de saber más en algunos momentos, su expresión de sorpresa cuando realizaba alguna pausa, precedida por la pregunta “¿y qué creéis que paso entonces?”, podía ver como volvía a captar su atención en los momentos en los que bajaba la voz para contar algo bajito, o en los momentos en los que contaba algo con voz de sorpresa, o con una entonación para aumentar su intriga y sobretodo percibir cómo sus caras iban cambiando conforme con mi voz iba representando las distintas voces que le había dado a cada personaje, la voz del protagonista dulce y asustada, y la voz de mamá, cariñosa, firme, y protectora.

Al finalizar mi primera narración, mis compañeros me ayudaron mucho con sus felicitaciones, me hicieron sentir mucho más tranquila y preparada para abordar la segunda narración al hacerme ver que había seguido un buen ritmo, que mi tono había sido adecuado, mi gesticulación había ayudado a la comprensión y el seguimiento de la narración y cómo la introducción, las preguntas y las pausas habían sido adecuadas, y me ayudaron también con sus críticas constructivas, como que al finalizar el cuento, no lo finalizara y ya, que siguiera extendiendo ese momento con preguntas como: ¿Os ha pasado eso alguna vez?, ¿alguien se ha sentido como el personaje de nuestra historia en algún momento?

Al narrárselo al segundo grupo, estaba menos nerviosa y además tenía en mente todas las recomendaciones que me habían hecho mis compañeras del primer grupo. Al finalizar me comentaron que les había gustado mucho y no me dijeron nada que mejorar, salvo que en algunas ocasiones la voz del niño, la hiciera más pausada.

En el tercer grupo disfruté mucho también, y me dijeron que lo había hecho muy bien, lo que hizo que mi confianza en mí misma aumentara, y que me sintiera muy satisfecha con mi trabajo.

En lo referente a mi autoevaluación me he sentido a gusto realizando esta actividad, me he visto muy desenvuelta, disfrutando de cada narración que he realizado, disfrutando con el disfrute de mis compañeras y de las improvisaciones que se me permitían realizar dependiendo del interés de los receptores. Además, estoy contenta con la forma en la que realicé la narración, ya que todo lo que había ensayado, como la gesticulación tanto de la cara, como de las manos, la postura de mi cuerpo, el tono de mi voz, la entonación, el ritmo y la interacción con el receptor lo respeté y lo seguí, y creo que esa ha sido una de las claves que ha hecho de mi narración algo de lo que sentirme orgullosa.

Por todo esto, esta actividad realmente me ha gustado. Poder disfrutar de los distintos libros que habían seleccionado mis compañeras y de un rato de trabajo tan divertido, intentando aplicar sus críticas constructivas y aprendiendo de ellas.







9 comentarios:

  1. Hola Ana!
    Yo estuve en tu tercer grupo jejeje Me alegro de que mis comentarios de felicitaciones te hayan subido la autoestima, lo hacías genial!
    Creo que tu adecuación del libro a los 4-5 está bien, pero también creo que se les podría contar a los de 3-4, solo que, como dijo Marta, la historia no es aconsejable ya que puede tener como consecuencia que los niños no se despeguen de su figura adulta a la hora de dormir y que dependan de ellos.
    Me ha gustado mucho como has redactado tu entrada. Gracias a eso he podido ponerme en tu lugar y saber como has vivido la experiencia.
    La verdad es que envidio que no te de corte, porque a mi me daba muchísima vergüenzaaa! :S
    Pero bueno, poco a poco.
    Debo decirte que me gustó mucho tu narración del cuento, tanto como tu gesticulación, se nota que te lo habías currado. ¡ENHORABUENA!

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    1. Muchas gracias Raquel, me ayudasteis mucho a disfrutar de la experiencia!!

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    2. Mmmmm la verdad es que no tengo claro eso que dijo Marta sobre este libro y los niños de 3-4.... pero por lo de deduzco, estoy en absoluto desacuerdo.

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  2. Hola Ana!!

    Me quede con ganas de escucharte contar “De verdad que no podía”, y más después de leer tu entrada me ha gustado.

    Yo quizás añadiría alguna imagen del cuento y de sus ilustraciones ya que yo por ejemplo me he quedado con ganas de ver las imágenes del cuento ya que nunca había leído este libro.

    Como bien explicas es un libro adecuado para niños de 4-5 años, aunque estoy de acuerdo con Raquel.

    Y ahora tengo unas preguntas que hacerte: ¿En qué contexto contarías este libro? ¿Cómo colocarías en el aula a los niños? ¿Interactuarías de la misma forma que lo hiciste en clase con las compañeras?...
    Estas preguntas, son para que podamos conocer cómo lo harías a la hora de contar el cuento en un aula de 3-4 o 4-5años.

    Me hubiese gustado escucharte ya que parece que lo haces genial debido a los comentarios de los grupos.

    Por lo demás, como te dije antes, está muy bien la entrada y me hubiese gustado escucharte contarlo.

    Por lo demás, poco más que decir.

    Enhorabuena Ana, sigue así.

    Un saludo.

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    1. Bien, Carolina, pero si Ana usó la técnica del cuentacuentos, no procede incluir las imágenes...

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  3. Tuve la suerte de poder escuchar como nos contabas el cuento la primera vez, ya te dije en su momento que me había parecido muy bien como lo habías realizado y ya te dimos consejos como bien comentas en el blog.
    No tengo nada que decir más que ENHORABUENA! De verdad que me pareció muy interesante, aunque ya pudiste ver mi cara de interés, queriendo saber como iba a terminar mientras lo contabas. Espero poder disfrutar algún otro día de otro cuento contado por ti!

    Me ha chiflado todo, tu entrada y la forma en la que lo hiciste. De nuevo, Enhorabuena!

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